BILEVICH. UNA JOYERÍA CON ESTILO PROPIO
En la Esquina Homero Manzi, el Sr. Bilevich nos concedió una entrevista con estilo propio, como es su joyería. De fondo el tango, la música que caracteriza al barrio.
Nos cuenta que en sus comienzos fue guiado por sus hermanos mayores y no por su papá, como comúnmente se cree, en el oficio de relojero. Trabajó en Lanús y en el barrio de Pompeya y es ahí donde empieza a adquirir el trato con la gente y el arte de la venta, estamos hablando del año 1960. En Pompeya, nos dice: “estábamos en un local en la galería del barrio. Seguí los pasos de mis hermanos y empecé a poner energía, en tratar de superarme en todo lo que no me gustaba que hacían ellos”.
En 1969 deja de trabajar con su hermano mayor y es en abril que abre un negocio en la galería de Boedo, para tentar suerte. En el barrio había otras 6 joyerías, pero sus dueños venían desacelerando y él recién casado, tenía todo el empuje necesario, acompañado por su señora, para afrontar casi sin competencias el trabajo que había elegido. En 1971 alquiló un local en Boedo 940 .
Después de tres años puso otro local en la calle Boedo y Alem, pero en Lomas de Zamora. Allí estuvo durante 3 ó 4 años, pero como no podía controlar todo como lo requiere este tipo de negocio, lo cerró y definitivamente, nos cuenta “que se quedó en el barrio”
Nos dice que veía a la casa Rodó como algo inalcanzable, digno de imitar, era un negocio y lo sigue siendo, muy importante en el barrio. En esos momentos comienza a funcionar la famosa Asociación Amigos del Barrio de Boedo, y se hace muy amigo del gallego González, que era el alma del barrio, de Antonio Fontana, entre otros que conducían a la gente más joven en los distintos emprendimientos barriales.
Cuando le preguntamos ¿por qué había elegido el barrio de Boedo?, nos contesta que creía que porque estaba cerca y se ríe. En la Asociación conoció a “gente macanuda” como los hermanos Clover y al Sr. Carlos Kapusta, quienes lo fueron guiando y orientando cómo se debían hacer las cosas, en eso de “pertenecer al querido barrio de Boedo”. Así a medida que transcurrían los años participó de las fiestas de la primavera, la organización de las carrozas: especialmente recuerda el año que presentaron una carroza que era un tocadiscos y al día siguiente, sábado ganaron un premio en Mataderos, ya que concursaban los distintos barrios. Dice: “estábamos muy contentos. También el barrio concursó por la reina de la primavera y ganó la joven de Boedo, luego por Miss Argentina, pero como nuestra reina tenía un año menos de lo permitido, se designó reina a Nequi Galotti”
Recuerda su participación activa con otros comerciantes en la organización de los carnavales y los desfiles de comparsas, pero comenta que después de algunos años abandonaron esa participación porque los bares, que eran los más favorecidos por la concurrencia de la gente no participaban como debían hacerlo. Nos dice que: “llamaba la atención que ciertos comerciantes importantes no pusieran ni un peso”, y agrega que así se fue terminando todo esto tan lindo de la organización y preparación de los carnavales, las comparsas, la fiesta de la primavera con su Reina y princesas y el típico desfile de carrozas.
Con el paso del tiempo, compró el local a la joyería Arval, ubicado donde se encuentra su negocio actualmente. Dice que cuando pasaba por esa joyería, le decía a su señora, ese local va a ser mío!!! Compró en el año ´76 el lugar sin iluminación, ya que el dueño lo tenía medio abandonado, y a los dos años el local de al lado y allí comenzaron las reformas que tenía bien guardadas en su mente. La superficie de los locales sumaba en total unos 200m2. Nos comenta que con un arquitecto amigo, ideó las vidrieras y la distribución del inmenso salón de ventas y agrega: “luego se incorporaron mis hijos Noemí, (Mimí), que dejó sus estudios de arquitecta y mi hijo Juan Carlos (tiene mi mismo nombre) que desde hace 15 años trabaja y aporta permanentemente nuevas técnicas que antes no teníamos ni yo conocía”.
Mientras continuaba la entrevista cada vez más interesante, no pudimos dejar de preguntar por el gusto exquisito que hay en todo el local, y muy orgulloso nos responde, “eso se lo debo pura y exclusivamente a mi hija Mimí, y agrega “ella es la artífice de las vidrieras, de todo lo que se ve”, mientras que mi señora “es el corazón económico y el movimiento del negocio, es el alma”
Finalmente agrega que “el tiempo fue pasando, con momentos muy lindos, el negocio fue progresando, haciéndose cada vez más importante, que no se puede quejar, que por supuesto hubo momentos más críticos que otros de acuerdo a los vaivenes por los que atravesó el país, pero siempre pudieron salir adelante con esfuerzo, dedicación y con una atención personalizada, individual que supieron aplicar la familia y sus empleados para con su clientela que los sigue desde sus comienzos.
Fue una entrevista muy enriquecedora donde entre otras cosas recordó también a sus padres ucranianos y el honor que sintió cuando su hermano mayor llevó al papá de 92 años, ya ciego, a la inauguración del local. Destacó además que la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires lo distinguió con un diploma. Ponderó la relación de cercanía y afecto sinceros desde los primeros tiempos en el barrio, con el Sr Carlos Kapusta y su señora esposa Alicia Rodríguez, ambos miembros de la Junta de Estudios Históricos del Barrio de Boedo, la época que hizo publicidad para televisión con la Sra Mirta Legrand y para radio Rivadavia con Héctor Larrea, entre otros.
Una vida muy rica en experiencias, una vida muy reconfortante, de lucha, de esfuerzo, apuntalado por su hermosa familia y un personal fiel a la firma, como la simpática Ana y el Sr. Rubén.
¡Gracias a todos los que “pertenecen” a la joyería Bilevich, por el despliegue de buen gusto y estilo propio!
María Inés Fernández
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