Hoy: Otario / Lunfardo
SOBRE EL ORIGEN DE ALGUNOS TÉRMINOS
Por Eduardo Rubén Bernal
De la Academia Nacional del Tango
De la Academia Porteña del Lunfardo
La realidad con la que nos encontramos todas las mañanas al levantarnos y enterarnos de las últimas noticias y de las cosas que pasan o que nos quieren hacer creer que pasan, a mi, no se a usted, me hace pensar que nos quieren tomar por otarios. Estas cavilaciones matinales, me hicieron pensar que sería interesante tratar, justamente, la voz “otario”.
Como muchas de las expresiones que tratamos en estas notas, otario fue incorporada al DRAE en el año 1992, pero para ese momento, ya tenía un largo camino recorrido en el habla de Buenos Aires.
Es una voz muy antigua en el lunfardo. Existe desde la segunda mitad del siglo XIX, y desde entonces está presente en el nabla popular sin interrupción, hasta la actualidad, creo que es una voz que nunca perdió vigencia y que como veremos, su origen es muy curioso.
El significado que le da el diccionario oficial en su edición de 1992 es:
“Otario, ria. adj. Arg., Par. y Ur. Tonto, necio, fácil de embaucar”
Pero desde mucho antes ya aparecía en los primeros léxicos conocidos en Buenos Aires
Benigno Baldomero Lugones en los artículos que publicó en La Nación 1879, la emplea repetidas veces y le da el siguiente significado
“Otario: zonzo. Otario cuadro: muy zonzo, casi idiota”
Asimismo Antonio Dellepiane en “El Idioma del Delito” primer diccionario Lunfardo – Castellano editado en 1894, la trata en extensamente, dice:
“Otario; Hombre honrado. Ignorante, infeliz. Sujeto fácilmente embaucable explotando sus condiciones de tonto y de pillo, de crédulo y de codicioso a la vez.
Tomar de otario (a alguno), tratar de embaucarlo suponiéndolo tonto.”
Entrando al siglo XX empezamos a ver la voz registrada en cuanto léxico consultemos pero con pocas variantes a los primitivos significados.
Luis Contreras Villamayor en su obra “El Lenguaje del Bajo Fondo” de 1915 registra:
“Otario (a): Zonzo, papanata. Igual a gil. Persona falta de espíritu, tonta, torpe, tilinga, que carece de iniciativa, es zonzo sin viveza, cándido o estúpido.”
Los diccionarios modernos no ofrecen diferencias importantes en los significados que citamos. José Gobello en su diccionario Lunfardo (1975) registra:
“Otario: Lenguaje del delito. Cándido, tonto, elegido para hacerlo víctima de una estafa || Tonto.”
La voz ha sido muy utilizada en la literatura de Buenos Aires del siglo XIX y principios del siglo XX. La utilizó Fray Mocho en “Memorias de un Vigilante”, de 1894 y Florencio Sánchez en su obra “Los muertos” de 1905, como asimismo Felipe Fernández “Yacare” en “Versos Rantifusos” de 1915.
Mucho más cerca en el tiempo, aparece citada en varios poemas de “La Crencha engrasada” de Carlos De La Púa de 1928, Uno es “El Lancero”:
“Trabajaba de yunta pues es el esparo / ladero que todo lanza necesita / pa’ embrocar la yuta y darle al otario / un empujoncito cuando se precisa”
Y también Julián Centeya la emplea con maestría en algunos de sus poemas. En “Del tiempo aquel” de “La Musa Mistonga”, dice:
“Era Gola en el piso’e Talcahuano / Cuando Dante yugaba el “semo hermanos, / un libro de chamuyo ceniciento / que importó como un sueño que hizo vano / su berretín otario y franciscano / de engalopar parolas en el viento.”
Se la utilizó muchísimo en las letras de tango de los años 20 y 30. Celedonio E. Flores la incluyó en “Mano a Mano”, tango de 1923:
“Hoy sos toda una bacana, la vida te ríe y canta, / Los morlacos del otario los jugás a la marchante / como juega el gato maula con el mísero ratón.”
Y en algunos versos más adelante del mismo tango, agregó:
“Los favores recibidos creo habértelos pagado / y, si alguna deuda chica sin querer se me ha olvidado, / en la cuenta del otario que tenés se la cargás.”
También Enrique S. Discépolo en Yira Yira escribió:
“Cuando manyés que a tu lado / se prueban la ropa / que vas a dejar… / Te acordarás de este otario / que un día, cansado,/ ¡se puso a ladrar!
Para entender el curioso origen del término como decíamos al principio, hay que introducirse en la zoología y en la vieja lengua de los griegos, que siempre ha estado presente en la ciencia.
Dentro de la zoología tenemos que hablar de las focas.
Foca es el nombre genérico que reciben ciertos mamíferos que constituyen el grupo de los “pinnípedos”. Este grupo se divide en tres subgrupos.
1) Los leones y lobos marinos; 2) las morsas y 3) las focas verdaderas (los elefantes marinos).
Las focas que pertenecen al segundo y tercer grupo, se caracterizan por carecer de pabellones auditivos, es decir no tienen orejas, mientras que las del primer grupo sí presentan, aunque rudimentarios, pabellones auditivos no demasiado desarrollados, pero tienen orejas.
Acá es donde aparece el idioma griego.
En griego existe el componente compositivo “oto” con el que se forman las palabras castellanas utilizadas en medicina relacionadas con el oído. Derivadas del griego “oto”, que significa justamente oido, se forman, por ejemplo, las palabras: “Otología”: parte de la patología que estudia las enfermedades del oído; “Otitis”: inflamación del oído y “Otorrinolaringólogo”: médico especialista, entre otras cosas, en las enfermedades del oído.
En base a esto a los leones y lobos marinos que pertenecen a la variedad que tienen orejas, se los dio en llamar “focas otarias”, es decir focas con orejas.
Por tratarse este tipo de foca de un animal con dificultades para desplazarse en tierra y, por lo tanto, fáciles de atrapar. Por extensión se llamó “otario” al individuo torpe, poco diestro y fácil de embaucar. ¿Que le parece?
Chau. Hasta la próxima.
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