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PUGLIESE en el RECUERDO

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BOEDO NO OLVIDA

Continuamos con el ciclo, basado en comentarios breves sobre instituciones y personajes que transitaron por el barrio de Boedo. Hoy es el turno don OSVALDO PUGLIESE, homenajeado por la Junta de Estudios Históricos del Barrio de Boedo y el Rotary de Boedo, en el año del centenario de su natalicio, a través de una placa alusiva colocada en la esquina sudoeste de Boedo y Carlos Calvo.
La introducción, para ubicarnos en el contexto, no pretende hacer una biografía de don Osvaldo, sí, rescatar sus vivencias por Boedo, sus caminatas desde el vecino barrio de Almagro con anclaje en la confitería de esquina Carlos Calvo, y el tradicional cafecito en compañía de su esposa. Su concurrencia periódica originó un afecto especial, a tal punto que Recuerdo fue adoptado por un tiempo, como la denominación del comercio allí existente. Dicho nombre, conjuga tanto el afecto a la persona, como al tango que exitosamente compuso Pugliese y del mismo se basará la exposición.

Pugliese nació Villa Crespo el 2 de diciembre de 1905. Su padre, Adolfo, tocaba la flauta en los conjuntos de barrio, le compró un violín con el que fue enviado al Conservatorio Odeón del barrio de Villa Crespo. Pero en este lugar encontró el instrumento que sería parte de su vida y el que lo destacaría por encima de muchos: el piano. Estudió piano con grandes maestros como Vicente Scaramuzza , Pedro Rubione, y Antonio D’Agostino.

A los quince años ya integraba un trío junto al bandoneonista Domingo Faillac y el violinista Alfredo Ferrito, con los que debutó ante el público en un bar de barrio llamado Café de la Chancha, nombre que le otorgaran los parroquianos en alusión a la poca higiene de su dueño y del lugar.

En un reportaje en la revista Todo es Historia, nº 11, oct/76, efectuado por Amilcar Romero, don Osvaldo da sus razones en relación al tango Recuerdo:
“El tango Recuerdo nace en el año ‘24. En realidad, lo compuse escalonadamente. Trabajaba en el Café de la Chancha (Godoy Cruz y Córdoba, que antes se llamaba Rivera), ese fue el primer trabajo efectivo de noche que tuve, y ahí fue donde hice la primera parte y algo de la segunda. Es decir, la idea central. Yo, por ese entonces vivía en la calle Triunvirato; después, un año más tarde, cuando vivía en Acevedo 220, ahí yo lo compuse y lo estructuré todo… Este tango también tiene otra pequeña historia…Mi padre, además de cortador de calzado, era flautista, y en aquel entonces ese instrumento iba siendo dejado de lado por los cuartetos de la Guardia Vieja, que se empezaban a desarrollar en quinteto y sextetos. Así fue que la flauta quedó de lado…Y es en ese entonces, donde mi padre se queda sin trabajo, que él comienza a corretear la música y se hace editor…le dije: “Mirá, viejo, si a vos te gusta, agarrátelo, publicátelo a tu nombre y adelante” Así fue. El tango en su primera edición,…salió con el nombre de Adolfo Pugliese. Pero está registrado a mi nombre; siempre estuvo registrado a mi nombre. En la edición de papel estuvo con el de mi padre.
…Recuerdo…va a ser el primer tango que graba Pedro Láurenz como primer bandoneón (del sexteto de Julio De Caro). Yo lo grabé mucho después, en el ’44.
¡Cómo le llegó a De Caro?…Yo trabajaba en el café “ABC”, en Canning (hoy Raúl Scalabrini Ortiz) y Córdoba (antes Rivera), con un bandoneón que se llamaba Enrique Pollet (El francesito)…un violín Emilio Marchiano (El rengo…) y otro violín más, Omar Perrone…

Pedro Láurenz era muy amigo del Francesito Pollet, y después que trabajaba con De Caro en el cine “Select Lavalle” venía a verlo. Yo había llevado dos tangos y se los di a Enrique para que los mirara y, si quería, para tocarlos ahí, con el cuarteto nuestro. Al Francesito le gustaron mucho: uno era Recuerdo, el otro Ausencia. Los estrenamos ahí en el “ABC”…Bueno, como Láurenz era tan amigo y venía todos los domingos ahí, al “ABC”, fue de ese modo que lo conocí; y como a Recuerdo lo teníamos dentro del repertorio, Láurenz me lo pidió… En realidad se lo pidió a Pollet y éste a mí…

El nombre es producto de una pequeña anécdota. Como ya dije, me fui a tocar al “ABC” y hasta allí se caía una barra de muchachos con quienes habíamos trabado amistad en La Chancha. Una amistad de ahí, ¿no?: tomábamos café, charlábamos de tango, jugábamos mucho billar. El caso que un día vinieron a verme, nosotros tocábamos el tango con el cuarteto, bajo a saludarlos a la mesa y me preguntan: “Che, ¿ese tanto es tuyo? ¿Cómo le pusiste? Les conteste: Recuerdo para los amigos. Como un homenaje a ellos”

Facsímil de la primera edición: “A mis queridos y nobles amigos: Torcuato Di Giorgio, Amadeo Prioriello, Alfredo Bianchi, José Tonarelli y Rogelio Boiselier” RECUERDO (A MIS AMIGOS) Tango Canción.

La letra. En la misma revista de historia citada, Eduardo Moreno, autor de la letra de Recuerdo, comenta: “Nací en Palermo por Santa Fe al 4900, el 30 de agosto de 1910… Tengo compuesto cantidad de tangos…imagínese, debo tener más de doscientos. Muchos con letra y música mías…Recuerdo es una obra monumental musicalmente. …la tuvimos archivada: pensamos que no podía andar, estaba adelantado cincuenta años, tanto la música como el verso. ¿A quién se le iba a ocurrir, en aquellos años, escribir “ayer lloraron poetas y cantaron las orquestas? No se escribía así…Estoy hablando del año ‘25. Con los hermanos González Tuñón íbamos a la Boca…parábamos en el café…quedaba en Pedro de Mendoza y Almirante Brown, y allí escribí en una noche la letra de Recuerdo. Un “marinero me había contado la historia de …esta mujer, una heroína real, una mujer que existió de verdad. Casualmente le decían Mimí. Se ahí saqué el tema para escribir la letra”
“Ayer cantaron poetas/y lloraron las orquestas/en las suaves noches del ambiente del placer.

Donde la bohemia y la frágil juventud/aprisionadas a un encanto de mujer/se marchitaron en el bar del barrio sud,/muriendo de ilusión/muriendo su canción./Mujer/de mi poema mejor./¡Mujer!/Yo nunca tuve un amor./¡Perdón!/Si eres mi gloria ideal/Perdón,/serás mi verso inicial./Y la voz en el bar/para siempre se apagó/su motivo sin par/nunca más se oyó./Embriagada Mimí,/que llegó de París,/siguiendo tus pasos/la gloria se fue/de aquellos muchachos/del viejo café./Quedó su nombre grabado/por la mano del pasado/en la vieja mesa del café del barrio sud,/donde anoche mismo una sombra de ayer, por el recuerdo de su frágil juventud/y por la culpa de un olvido de mujer/durmióse sin querer/en el Café Concert.”

Ricardo Lopa
[email protected]

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